A propósito de la festividad que en este año se extiende hasta el 18 de diciembre, el profe en la clase virtual les comenta a los chicos:
-En esta época se celebra Hanukkah, ¿saben qué es eso?
-¿Dijo Halloween?- Se escucha por ahí.
-Es una festividad judía- dice el profesor.
-¿Profe usted es judío?, porque yo soy tauro, y mi ñaña es acuario.
Mientras el profe sonríe y sigue con su explicación, mi pequeño cambia de pantalla y ya está en Internet consultando ciertas cosillas que le urge saber.
-Mami, cuando puse Santa Claus me salió personaje ficticio, pero yo sé que sí existe.
Y otra. Como esos videojuegos le atrapan y quiere comprarse esas skins sin tener que esperar tanto hasta acumular puntajes y canjearlas sino más bien pagar por ellas, le encuentro googleando “tarjeta ilimitada”, porque yo ya le dije que nada de ingresar mis datos a Internet, y menos de tarjetas de crédito.
Esta aceleración digital que no solo fue para adultos sino también de los escolares, que además son un “as” para la tecnología le ha llevado a crearse correos electrónicos y cuentas en muchas aplicaciones on-line, y a descargar un montón de cosas que solo a él le ocurren “por accidente”. Por accidente se instalan y desinstalan juegos automáticamente, y se crean perfiles con las fotos de sus personajes preferidos.
Lo bueno de estar juntos en estas temporadas es que puedo enterarme de lo que hace y reír un poco de sus ocurrencias, algo que me habría perdido si estuviera en clases presenciales.
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