Aura compartida

Har Hari me contó que entre madre e hijo siempre hay un vínculo especial, mucho más cuando el bebé está dentro del vientre, porque la madre le comunica lo que siente, lo que percibe; pero hasta los tres años comparten su aura.
Primero se complementan, la del bebé se extiende sobre el vientre y sube hasta la cabeza de la mamá, entonces brillan como una sola, y cuando nace esta aura queda unificada.
Posiblemente por eso nos pasan cosas parecidas: las dos estamos algo agripadas, o nos da por tener alergia en el cuello, o estamos demasiado llenas y nos duele la pancita, destacando que esto último no es glotonería, no señor…
Y hasta resulta que nos vestimos parecido, claro que soy yo quien le elige la ropa, pero no lo hago conscientemente, solo cuando nos vemos en el espejo me doy cuenta que llevamos prendas similares y de los mismos colores: faldas y botas, camisas blancas, jeans y saco rosado, chompa con piel y capucha. Lo bueno es que el ‘look’ de mi enana varía al menos unas tres veces en el día, el mío dura algo más.
Volviendo al aura común, justo cuando Har Hari me lo dijo, nuestra aura estaba rota. Al pasar mucho tiempo separadas se quebraron los lazos, pero lo bueno es que pueden recuperarse volviendo a compartir un buen tiempo, apapachos, cariños, risas.
Creo que ahora en cambio, está muy cercana porque la enana todo quiere hacer conmigo, no me deja respirar, se le ha dado por ponerse sobre mí hasta para dormir.

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