Quiero que mis hijos tengan una vida notable





Mi aspiración de madre es verlos alcanzar cosas grandiosas, y me descubro en la retórica de tratar de proyectar en ellos lo que yo no hice, intento darles lo que yo no tuve, vivir a través de ellos esas experiencias que me perdí, sentir míos esos talentos que me hacen falta.

Quiero que mis hijos tengan una vida notable, y quisiera esforzarme más para que así sea. Ahora que de todo nos enteramos por las redes sociales a las que nos sentimos obligados a estar conectados, me bastó extender un poco mi mirada y ver lo que ha pasado en ciertos casos.

Cierto es que nos afanamos en sacar a lucir los méritos de nuestros retoños, y no fue la excepción de una amiga quien, unos años antes de que se disparara esta hiperconexión, posteaba las fotos de su pequeño: Juanito en sus clases avanzadas de lengua, Juanito en su recital de violín, Juanito en la biblioteca, Juanito en el museo de ciencias, Juanito sus proyectos de investigación, Juanito…

Y este Juanito sigue siendo el orgullo de su madre, y en verdad que se destaca, ya le han entrevistado en la radio, ya es figura de su colegio, se ha adelantado varios años de estudio a sus coetáneos, es un niño que ha pasado exámenes universitarios, está dando conferencias, charlas a las que asisten otros niños que seguramente lo verán con sus cualidades que le confieren un éter de superioridad que bien puede ser deseado.

Y contrariamente a lo que podía esperarse, las fotos y posts de ese pequeño desaparecieron de las redes sociales de su madre; es innegable que sea reconocido, nombrado y admirado, pero me pregunto si ese pequeño está realmente disfrutando su niñez, si realmente ha aprovechado el tiempo adelantando tantos cursos, explotando sus tantos conocimientos científicos.

Las acciones de su madre me dan una pista donde está la estrecha línea en la que ansiamos que nuestros hijos tengan una vida admirable, a desear que tengan una “vida normal”.

En fin, sí quiero que mis hijos tengan una vida notable, pero notable para ellos, que sea memorable en la medida les traiga alegrías, que esté acorde a sus aspiraciones, a sus expectativas, a sus esfuerzos y logros. 

Para contarles una de las ideas de mi Nico, quería saber cuándo podrá tener tarjeta de crédito, ahí aproveché para lanzarle lo del esfuerzo, de aprovechar el tiempo para aprender y graduarse, y tener un trabajo, y que ahí solitos los bancos le van a ofrecer todas las tarjetas de crédito que existan; solo que la tarjeta la quería para un futuro próximo, a decir, de unos cuantos días en los que pudiera poner unos dolaritos que la abuelita le dio por su cumpleaños en esa tarjeta y comprarse un videojuego en línea.

Y ya saben ustedes lo que yo opino de los videojuegos, al menos para estas mentes (que quede claro que no me estoy refiriendo a edades cronológicas) que no están tan avanzadas en conocimientos científicos y que se dejan embobar con unos cuantos muñequitos brillantes que corren por una pantalla.

Ya ni qué esperar que mis vástagos descubran cómo hacer combustible con agua, que puedan teletransportarse, que puedan viajar a otros mundos y otras dimensiones, cuando están pensando en videojuegos, en una casa ecosustentable que en su interior albergue corredores y pasadizos para las decenas de gatitos que piensan tener.

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