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Esas sí que son buenas noticias, pensé.
El dato parecía ser contundente, primero de la clase. Ohhh, aunque por ahí había algunas tareas incumplidas...
En fin, si el muchacho lo dice debe ser el primero de la clase.
No esperaba menos, para que sea orgullo de la madre, y así una serie de pensamientos, incluido que puede ganaerse un descuento en la pensión del próixmo año por ser el mejor alumno.
Era tiempo de indagar un poco, y le pregunté si la profesora le dijo que él era el primero de la clase.
Dijo que no, que incluso le había ganado a la profesora.
-¿Cómo?-pensé.
La profesora no debería estar incluida en este caso.
-¿Cómo es mijo?, no entiendo bien -le dije.
-Es que el otro día llegué primerito a la clase, y estaba aún cerrada, no llegaba ni la profesora.
Mmmmmmm. Y yo pensando en el desempeño escolar, el aprendizaje, los méritos, la excelencia.
Resulta que llegó primerito al aula. Todo porque tocó ir más tempranito con estas congestiones que se arman en las mañanas en esta temporada navideña.
Pero sigo guardando la esperanza que sí sea el primero de la clase, porque capacidad no le falta.
Ah, se nota que yo soy la mamá orgullosa de su retoño, aunque a veces se merece una buena reprimenda.
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