Afianzamiento de la identidad, seguridad, independencia, o
lo que sea, es algo que nos llega como de refilón con golpe certero.
¿Quiénes podemos ser los aludidos? Los padres, claro.
Y aún no ha llegado la adolescencia, a mis ojos seguía la
infancia, pero parece que ya se nos está escapando. Ya van unas cuantas ocasiones en que “nos hacen a un lado”, solo que cuando son varias veces más o
menos seguidas, parecemos caer en la cuenta.
Aún no llego al “déjame en la esquina”, cuando los chicos no quieren hacer ver que sus atentos padres les llevan casi de la manito al colegio y prefieren quedarse antes para evitar la molesta despedida que seguramente tendrá beso de la madre. Solo tuve un episodio de “camino enfrente tuyo indiferente” y le abrazo a mi hermanito para que ni regrese a ver. Y otro parecido, cuando me dijo “grábame solo las fotos donde estamos mi hermano y yo, no las de ustedes”, con la intención de mostrarlas a sus amigos.
Por supuesto que hay contrastes, porque justamente hace unas horas escuché a través de varias emisoras de radio a un talento nacional, reconocido incluso internacionalmente, que hacía su recorrido promocional nada más y nada menos que en compañía de su mamá; y no estoy hablando de un artista infantil porque ya está bien crecidito el muchacho. Pero va con su mami.
En lugar de sentirme halagada por esta deferencia, no pude dejar de repetirme –Va con su mami- a la radio. -¿Qué dirán las fans?-
Entre el no quiero aún que me dejen a un lado, como mamá me pongo en el caso de que pasados los treinta de mis infantes sigan esperando
que les lleve de la mano.
Comentarios
Publicar un comentario