Vale reloaded

Ni más ni menos, me siento el escudero que viste y arma a su caballero para la guerra. Y una desventaja mía, este escudero no puede acompañar a su señor a la guerra, ni siquiera a las justas y torneos; ayudar a llevar los 10 kilos de armadura que transporta a diario sería un alivio, no solo para esa pequeña espalda sino también para mi preocupación.

Así se ve mi pequeña Valentina, menudita como es ella, armada de raqueta, mochila, lonchera y sombrilla, que es lo que se puede distinguir desde lejos. Las dimensiones que alcanzan los aditamentos le sobrepasan en longitud y altitud, algo incómodo a la hora de calcular los espacios por donde se moviliza.

¡Y es que todo es necesario!
El otro día, que llovió en la mañana se ha quedado bajo el aguacero, porque no encontró un lugar donde guarecerse. Ese fue el motivo para que se le incluyera una sombrilla a su carga cotidiana, va incluido también gorro para el Sol, porque nunca se sabe qué va a pasar con el clima en Quito, si no basta revisar los pronósticos diarios del Inhami.

Hoy en la mañana, como al descuido, me contó que sus compañeros usan impermeable, de esos con capucha tipo poncho y otros con mangas; habrá que aprovisionarle de otro elemento con qué defenderse de las situaciones climáticas de nuestra querida ciudad. El cargamento seguirá engordando, porque estando fuera de casita y como madre qu eno puede estar a su lado en todo momento, considero imprescindible proveer a la pequeña de todos los elementos que sean necesarios para que no pase calores, fríos, hambre, tedio; y que su estancia por los espacios de la escolaridad sean moderadamente cómodos.


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