Emocionados llegamos al Vulcano listos y dispuestos a disfrutar de los juegos que ofrecen diversión. Primero fue la vuelta de reconocimiento para identificar cuáles serían las opciones para los chicos. Se dejaba ver la impaciencia en esos brillantes ojos que querían subirse a todo juego mecánico y de aciertos, aunque esto último me dio más la impresión de casino por las apuestas a las carreras de caballos, dar un martillazo para ver hasta dónde alcanza la fuerza, la de aplastar botones mientras sube un vaquero por una riel mientras el otro (de la casa) sube más rápido, o el de presionar palancas para ver si hay coincidencias en las figuras, el de mover las placas para que caigan fichas. Lo bueno ha sido que estos juegos te dan cupones cuando vas sumando puntos, lo malo que apenas salen unos 6 por juego, y para ganarse uno de los regalos expuestos -que son juguetitos plásticos de esos que parece que se rompen fácil- solo hay que reunir más de 1000 cupones.
Y volviendo a los juegos mecánicos, la publicidad en los buses que deambulan por el sitio explota de alegría mostrando que hay juegos desde 35 centavos. Bueno para la economía de los padres, pensé.
Solo que ha habido UN juego a ese valor, el resto cuestan desde cinco veces más en adelante, sacando la cuenta para dos chicos ya se necesita un presupuesto.
En fin, es la diversión que se merecen los pequeños y prestos fuimos a la cola, bien puesta la medida mínima para subirse al juego, chico Nico preocupado se puso debajo de la barra y alcanzó con las justas y con alivio en algunos casos; en otros poniéndose de puntillas decía "yo quiero ser grande".
Elegimos los posibles, y se subieron a unos carros chocones que no se movían, en dos minutos se acabó el tiempo. Después fueron elegidos caballitos de carrusel, barca pirata, bolos, aplastar a la cucaracha, el pump it up, etc. etc.
Pero lo mejor fue la montaña rusa, con toda la expectativa haciendo fila y luego de verificar la estatura reglamentaria se subieron, primera vuelta y cara de no me gustó de chico Nico, segunda vuelta y cara de sufrimiento del mismo, tercera vuelta y ya fue lamento al bajarse de la montaña rusa mientras Vale reía con gana. No pude más que decirle ¡Qué divertido!, con su réplica de "ese no me gusta".
Nos divertimos chicos y grandes, pero no mucho el bolsillo. Posiblemente sea solo por la crisis económica mundial me convenzo.
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