Lo raro es que solo el lado izquierdo del pantalón, a la
altura de la rodilla, viene con tremenda rotura de lado a lado de las costuras,
es más como un rasgón aunque a veces aparece como múltiples hoyos en las telas
más suaves.
El primer remedio ya fue puesto en práctica: dos hermosos
parches negros en un pantalón camuflaje que no tardó en volver con otro rasgón,
ahora bajo el parche, y en el lado izquierdo, aunque para respetar la simetría coloqué
dos parches, uno a cada lado. Estoy pensando seriamente en dar de baja a este
pantalón. Al mismo tiempo y en igual situación se encontraba otra prenda,
tuve que darme el trabajito de buscar un par de apliques de los mismos colores
para que no quedaran discordantes, por igual fueron parchadas rodillas izquierda y
derecha, solo que a la vuelta de la puesta tuve que reubicar uno de los parches,
el de la izquierda por más señas, para cubrir un nuevo hoyo. ¿Será que ya están
del todo gastados los pantalones de chico Nico?
Segundo remedio, con la experiencia anterior, busqué un par
de parches de corosil que fueron ubicados en las dos rodillas, a pesar que la
única afectada fue la izquierda; reforzado quedó el jean, espero que le dure al
menos un par de puestas más. Para estar prevenida ante la próxima eventualidad ya
tengo reservado un retazo de imitación de cuero, más fuerte que el anterior,
listo para el siguiente acaecimiento que por cierto no tardó en llegar, ahora sí fueron los dos lados, rodillas izquierda y derecha hechas trizas en un pantalón cuasi nuevito y enterito; no solo me lamenté, esta vez tomé las de investigar e hice las averiguaciones respectivas, aunque todavía no he puesto remedio a los nuevos horámenes.
Resulta que a chico Nico le encantan los trenes y de la última adquisición está tan contento que se la pasa siguiendo las huellas de su "chu-chu", rodillas al suelo sobre el pavimento áspero y rugoso -se me fue informado-. No se podía esperar menos de este infantil entusiasmo que refrena la mínima intención de lamento de mi parte.
Se divierte. ¡Y mucho!
Resulta que a chico Nico le encantan los trenes y de la última adquisición está tan contento que se la pasa siguiendo las huellas de su "chu-chu", rodillas al suelo sobre el pavimento áspero y rugoso -se me fue informado-. No se podía esperar menos de este infantil entusiasmo que refrena la mínima intención de lamento de mi parte.
Se divierte. ¡Y mucho!
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