Sí, plantas. Nada de otros cultivos como los intelectuales o algo por el estilo.
Siempre me ha parecido gratificante estar cerca de la tierra, no solo porque es más fácil salir corriendo por si hay algún temblor, sino también por eso de la sustentabilidad.
Ahora que tengo algunas plantitas, y que he constatado que si no se les presta atención se resienten, valoro más la inversión de agua, poda y abono que hago de vez en cuando, y guiada por la simple intuición.
Una que otra planta se ha mantenido, pero volviendo a la sustentabilidad me doy cuenta que de todas esas plantitas que tengo, ninguna me puedo comer; aunque siguiendo el método del ensayo-error, chico Nico ha probado varias de ellas y no le ha ido muy bien. Comprobada la hipótesis: no son comestibles.
Ya intenté sembrar un par de plantas que pueda aprovechar alimentariamente, pero parece que no les he dado mucha atención, no se han puesto ni grandes ni lindas. Con mis escuetas prácticas de cultivo, cuando hay tiempo les pongo agua, lo bueno es que siempre cuento con la desinteresada colaboración de dos aprendices: Vale y Nico que terminan terrosos, con las medias mojadas, las caritas sucias, la ropa llena de tierra, ostensiblemente en mayor cantidad de la que tienen las plantas.
Yo no me escapo a los gajes del oficio, los bichos me dejan sus recuerdos alergenos al menos por una semana.
Ahhhh, pero unas matas se han llenado de olorosas y coloridas flores para mi contento.
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