Tengo la suerte que a mi chica no le gusten los caramelos, tampoco los chocolates. A chico Nico sí le gustan un poco, pero no tanto, pues no llega a acabarse ni un caramelo, más bien siempre quedan en su ropa cual si se tratara de botones, pero botones pegajosos.
Los que estamos más felices con esta falta de gusto por los dulces somos los padres, pero no por eso de las caries infantiles; y más contentos nos ponemos porque en la escuelita nunca faltan las celebraciones cumpleañeras tradicionalmente acompañadas de dulces y otros confites, con suerte tenemos de dos a tres festejos semanales con las dulces muestras que nos hace llegar la Vale.
Viene siendo como un premio al ir a retirar a los chicos de su escuelita. Nosotros, los padres que damos ejemplo, nos repartimos los caramelos, chupetes y chocolates cumpleañeros.
Es bienvenido el festín dulcífero después de la jornada laboral.
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