Tu Candela para mi José



Me vino clarísima la escena en que los amigos gitanos sellan el pacto de matrimonio con las manos apretadas derramando sobre ellas el vino. El amor brujo, un tanto trágico porque el tal José resultó una joyita para esta Candela cumplidora a cabalidad de lo ofrecido. Viene luego el juego de la psiquis que pide volver y volver al fantasma de su José... pero no era esa la historia.

Me sentí casi, casi como la parte contractuante con mi candela Valentina por el simple hecho de que al presentarla a un amigo que tiene solo hijos varones, me comentó espontáneamente, "tendremos que hablar". De madre descomplicada pasé a ser promotora de su hija. Como diría mi tía abuela: habráse visto semejante cosa.

Aunque rememorando un poco, creo que ese ese el estilo de antaño de armar matrimonios, y hasta pienso que podría ser una buena alternativa, ante la corriente actual de desarmar aparejados que se unieron por voluntad propia. Y a lo mejor hasta salgo ganando, bien vale reflexionar en si me conviene o no buscarle un "buen partido" que nos traiga una buena dote, y no hablo solo de bienes materiales; lo más difícil parece encontrar alguien coherente, con buen juicio y buena salud mental. A veces me he puesto a pensar que para el matrimonio en algunos países piden pruebas de sangre, pero no unas de CI, o de cordura.

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