Enfermita, pero con glamour



Resfriado, virus temporal, picadura de algún insecto que desencadenó en alergia...
Y lo inevitable: malestar y fiebre. Y lo más inevitable: quejas y caprichos en exceso que apenas se sienten, dada la situación de administrar medicamentos a diestra y siniestra; lo bueno es que son prescritos por el médico. !Qué consuelo!

En estas circunstancias, con los ojitos rojos, tiritando de frío y tratando de dormir; pero eso sí bien peinadita y vestida, mi pequeña me dice: "Mamá tráeme las pulseras y mis anillos, quiero estar guapa". Ni qué objetar ante tal petición, y eso que vino con justificación: "yo no puedo porque estoy un poquito cansada".

Menos mal que la mejoría vino pronto y de nuevo la veo saltando por todo lado, llena de energía, como me ha acostumbrado a tenerla.

Comentarios