Los zapatos no se quedan quietos


Casi, casi como las zapatillas rojas, pensé yo. Solo que esta vez no se trataba de danzas ni de nada parecido.

Resulta que me animé a ir a la venta de fin de temporada, y como ocurre en la televisión y en los comerciales, la tienda estaba a reventar. Mujeres por todos lados revisando y probándose la ropa, por ahí logré inmiscuirme y de muy cerquita mi peque, que en cinco minutos comenzó a sentirse algo agobiada, no sabía si ponerse delante o detrás mío, si esperarme o tratar de buscar un encondite entre las perchas, como suele hacer cuando vamos de compras; pero no, se quejó de que había mucha gente y se sentó por ahí quitándose los zapatos, se los volvió a poner pero esta vez ya no se quedaron en sus pies sino que volvió a tomarlos en sus manos, entonces dijo algo compungida "es que los zapatos no se quedan quietos".

No hubo más que salir de la tienda, y entonces sí los zapatos ya se quedaron quietos en sus pies y hasta pudo correr sin ningún problema.

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