
Mucha televisión tal vez, pero este aparatito o aparatote -porque cada vez son más famosas y comunes las pantallas gigantes- es un práctico apoyo cuando de no tener niñera se trata. Y aunque los programas se dicen ser educativos y enseñativos, a más del vocabulario en aumento de mi Valentina, también surge una que otra exigencia a la que tengo que dar escucha.
Ahora vamos por los collares. El rey Tritón le regala un collar a su nieta Melody, es una hermosa concha dorada del mar, que se abre. Tuve que hacerle un collar con una concha que había recogido en la última visita a la playa (esa no estuvo muy elaborada). Bastó con ponerle un cordelito y listo.
En otra serie vio que los protagonistas tenían piedras semipreciosas con poderes mágicos, y ¿adivinen qué? Quería tener su piedra mágica.
Manos a la obra, o mejor dicho a la mente, me puse a pensar dónde había guardado mi piedra mágica, esa blanquita transparente con poderes mágicos, y depués de unas cuantas buscas y rebuscas di con la piedrita que aparenta ser de cristal. Luego de las debidas convencidas y explicaciones quedó atada junto a la conchita, en el collar, para que haga uso de ella cuando lo necesite.
¡Así nos toca!
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