Con escoba nueva




Motivada por el impulso participativo e igualitario en todo, incluso en los quehaceres caseros, le compré una escobita a mi Valentina, encantada aceptó el regalito, hasta eligió el color.

La primera sorpresa fue que trataba a la escobita como una aspiradora haciéndola deslizar por el piso. La otra sorpresa fue que del lugar donde la guardamos (el lugar de las escobas) la sacaba a su antojo para poner en práctica las nuevas habilidades. Yo estaba encantada por tal motivación y disposición, solo que me entró la duda y le seguí para ver qué uso le daba.

La llevó al cuarto hasta su camita y la usó repetidas veces debajo de ésta. Nada raro, pensé. Después de mi cuenta de la realidad, había derramado la leche y estaba “limpiando”.

Ahora ya no me avisa cuando riega algo o ensucia alfombra, piso o demás; ahora va calladita, saca su escoba del armario y se va a limpiar el estropicio que ha hecho.

Aún no me convence el resultado y el efecto obtenido con esta iniciativa, ahora cuando toma la escobita me pongo más inquieta pensando qué hizo y expandió con su diabólico y brujesco artefacto.

Siempre es bueno irse con cautela en estas circunstancias.

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