Su juguete preferido: yo


Me he convertido en una especie de pelota o de muñeco de trapo. La peque Valentina cree que puede caminar sobre mí, saltar en mi espalda, utilizarme como apoyo o banquito para alcanzar una cosa sin que me mueva ni proteste por el maltrato. Las primeras ocasiones resultaron graciosas y hacía equilibrios para que la enana no de con su pequeña humanidad en el piso, solo que después de una semana con una horadiaria de estos malabares, el cuerpo se cansa y hasta ciertos músculos comienzan a resentirse, es que el peso tampoco ya es muy pluma que digamos. De pronto no sabía por qué ese dolor muscular de brazos, piernas, estómago y demás; y no era gripe ni trancazo…

Es maltrato físico, algo tolerado de mi parte, solo que ahora que pienso rebelarme las protestas no se dejan esperar y los gritos porque no sigo su ritmo de “juego”, son de un buen volumen.

He pensado seriamente en refugiarme en la cuna, ahí aún no llega, pero se va acercando amenazadora.

!Qué desolación! De que mi Valentina sea mi juguete, he pasado a ser yo parte de su repertorio de entretenciones.



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