



Aunque a veces de la nada salen unos tirones de su propio pelo, o unas palmadas con la mano a su cabeza. Y ni qué decir de los gritos de disgusto cuando algo no le satisface, o si quiere un juguete diferente del que pudo obtener.
Impaciencia al tratar de abrir un caramelo o de ensartar una argolla, o de subir justo donde no debe porque se escapa de caer.
Porque tengo la impresión -que espero ver convertida en certeza en un futuro cercano-, que ese malgenio se va a convertir en tenacidad para alcanzar una meta, para cumplir un objetivo, para defender lo suyo; porque para la mayoría de nosotros cualquier logro es el resultado de comprometer esfuerzo y tiempo, y de ponerle muchas ganas.
Comentarios
Publicar un comentario