Preocupación por todo


Si no come, si come mucho, si no camina, si hace mucho ejercicio, si no ha crecido, si está muy gorda o muy flaca, si no duerme o si se queda dormida más de lo normal. ¿Y qué es lo normal? Ahí está el punto, casi como diría el renombrado Shakespeare “Ser o no ser”.
Ni por uno ni por otro lado me libro de las preocupaciones relacionadas con mi retoña. Ese estándar de normalidad sí que es algo inalcanzable, algo así como que yo llegue a tener cuerpo de barbie.
Me conformo con que mi retoña ronde por las periferias, y mejor me olvido de tanto esquema de estricto cumplimiento y me contento con ver que tiene buena energía para hacer sus consabidas travesuras, para gritar muy fuerte si no se le hace caso al menor llamado de atención y si sigue manteniendo ese carácter que a todos nos trae de lejos, porque sabe cómo tener a todo el que osa acercarse por lo menos a 5 metros a la redonda.
Y me alegro por toda esa personalidad y vitalidad.

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