Desde ya, la peque tiene sus gustos, aún no elige la ropa por sí misma, algo que agradezco porque así le impongo mis gustos y preferencias ya que soy yo su primera admiradora. Como a toda nena le combino sus rosados, lilas, blancos, y cafés, porque le quedan bonito; también los más llamativos le quedan muy bien, mejor si hay mucha luz en el ambiente. Pero no me había dado cuenta que ella comienza a tener sus preferencias, no en cuanto a formas, sino a colores. Y le gustan los tonos rosas porque se apropió de una prenda ajena, de una amiga y no quería soltarla por nada aunque le ofrecí algo muy parecido pero de otro color. Fue mi amiga la que me dice: “mira, desde ahora ya tiene sus colores preferidos”, entonces arrastró la prenda por todo lado gracias a la comprensión de mi amiga, solo que por cortesía tuve que quedármela un poco más y entregarla limpia y planchadita.
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