Esas inevitables caídas

Veo movimientos, pasos equilibristas que se tambalean con la amenaza de dar con el cuerpito en el suelo. Estoy pendiente, estoy pendiente, pero no puedo tener la mirada por siempre fija en esta pequeñita que parece un muñeco dado cuerda y que no quiere que me acerce, menos que trate de retirarla de su espacio de malabarismos que parece ser más o menos peligroso. Y justo cuando me doy la vuelta y pierdo el contacto visula. !Zas! la temida caída con el consiguiente griterío y lamento y la reprimenda más asustada que regañosa "te dije que estés quieta", seguida de la revisión y palpación de todo el cuerpito comenzando por la cabeza.
Después del "shungo levanta" para que nos pase el susto, los mimos. Y ya calmada vuelve a la carga. Parece que la caída no le sirvió de mucho, al menos espero que vaya con más cuidado la próxima vez; aunque parece que la enana pone a prueba mis reflejos y una que otra precaución como almohadas alrededor y alfombra bajo la grada; lo malo es que todos estos artefactos no se mueven al son de la peque y la caída parece ser siempre inminente.
La otra vez le descubrí un chichón en la cabeza, del cual no me había dado cuenta porque no se le veía, el pelito lo ocultaba.
Aún no he llegado a descubir moretones y espero no encontrarlos. Sería bueno que exista una especie de burbuja o campo protector para que solamente rebote sin problemas, como en los dibujos animados.