
Sin embargo, no todo es susceptible de quedar libre y fuera de su alcance. Algunos floreros permanecieron en su lugar y ahora están llenos de sus juguetes, aquellos que percibo perdidos por más de tres días. De igual manera los cajones de los veladores que están semivacíos de pronto aparecen con una particular mezcla de ingredientes: muñecos de peluche, esferos, pequeños cuadernos, algunas galletas, unos zapatos y calcetines a medio ensuciar.
Y eso solo por citar dos ejemplos. La gran variedad de escondites y lugares donde dejar sus cosas es inmensa, ni yo que la sigo constantemente acierto a encontrarlos todos.
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