Entonces queda toda una hilera de zapatos fuera de su lugar, y los calcetines en montoncito. Y si hay juguetes ni se diga, comienza a tratar de alcanzarlos a todos.
Ella está feliz, yo preocupada porque aunque le tengo con las manos limpiecitas, no quedan fuera de peligro algunos adornos de porcelana que a veces le llaman la atención. O algunos carritos con ruedas que contienen mercadería en los cuales se trepa ante la mirada sorprendida del personal que atiende los almacenes, si no logra hacerlo, al menos los empuja. Me alejo un poco de ella para ver si deja la travesura pero no, hasta que voy a retirarla antes de que me llamen la atención o haga algún desastre por el cual tenga que pagar.
Comentarios
Publicar un comentario