
Pero se imaginan qué pasa cuando mi Valentina experimenta todas estas sensaciones con la comida? Especialmente con la sopa?
Eso hace a diario, en un instante, justo cuando se aburre de utilizar la cuchara y decide tomar todo con las manos, entonces vacía el tazón de sopa en la su mesita y comienza a esparcirla por toooooda su superficie con las manos. Lo mejor de todo es que tampoco deja que se le ponga un babero porque lucha con todas sus fuerzas para sacárselo. Entonces su vestido, sus piernas, su cara, sus brazos quedan embadurnados con zanahorias, cebollas, carne, papas…
¡Está hecha una fiesta! Feliz con su aprendizaje a través del contacto y la experiencia.
La veo y me pregunto ¿Quién limpiará el revoltijo esta vez?
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