Monarquía absoluta

Como en cualquier régimen totalitario esta pequeña que yo, su mamá he decidido llamar, hace valer su supremacía y el título nobiliario que le he concedido gratuitamente.
Es que esta princesa, la ‘mommy's little princess’ se porta a su altura, aún no habla, y no le hace falta; sus gestos, su expresión, el tono de su voz, todo expresa claramente lo que desea, aunque se trate de solo tomar su bebida a la que ni siquiera intenta asir del recipiente, se limita a abrir la boca. O cuando ya eligió algún juguete, su pequeñito dedo índice es el que se extiende hasta que la interlocutora, o sea yo, dé con el preferido en ese momento.
Si se trata de dibujar, lo hace sobre el lienzo que más le gusta, su pierna, o la mía, claro, sin siquiera preguntar hace unos pequeños trazos.
Lo bueno, o lo malo es que este estado de dominación no parte solo de su proceder, al parecer hasta lo incito, lo descubro cuando el aliento comienza a flaquear.
Menos mal que aún no he intentado llamarla reina. ¿qué podría esperar en semejante situación?

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