
Viene como sigilosa, para ver si me sorprende mientras estoy en la cocina, porque acaba de despertarse y está contenta. Con paso rápido que casi quiere rayar en la carrera, una carrera que es algo desequilibrada porque a cada paso se mece de lado a lado y las patitas parece que no van a llegar al suelo, pasa de largo a mi lado y se regresa con la misma viada.
Creo que solo quería comprobar que estoy atenta a sus movimientos, y se esconde detrás de la primera pared. Ahí permanece oculta para ver si voy detrás. De lejos puedo ver el volante de su vestido y apenas una de sus manos que sujetan al osito. Ella sigue escondida, y yo espero que saque su carita acercándome a su escondite. Estalla en carcajadas cuando me ve pequeña, casi reducida a su tamaño para que mi cara esté al nivel de la suya. ¡Y vuelve a correr
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