Comprada con un beso

Con gran rapidez aprendió el poder del beso, ahora se ha convertido en una muñeca besadora. Es que esos pequeños besos que pasaron de un acercamiento de su boquita a la cara ahora son sonoros y pucherosos, llenos de gracia, especialmente para mí. Por eso después de hacer cualquier travesura o cuando quiere con premura que le de algo, me caen los besos.
Cómo negarse a esta dulce recompensa? Al menos sé que es sincera y directa, no anda con ambages, nada de ocultas intenciones.
Primerito el beso y enseguida su dedo índice extendido señalado lo que quiere con su consabido “eté”.
Y a pesar de que mi Valentina es un poco malgeniada ríe complacida cuado logra lo que quiere y se sienta a saborear su triunfo. Su pago no requiere mucho esfuerzo: un beso y ¡listo!

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