La cartera


Con cara de felicidad y las manos apuradas Valentina se apropia de la cartera que por un instante quedó a su lado. Con una habilidad increíble en un momento la vacía, no es que le de vuelta para volcar su contenido, sino que una a una va sacando cada cosa que encuentra en su interior. No está por demás decir que las carteras de las mujeres dan cabida a un sinfín de instrumentos útiles e inútiles pero que se llevan a todas partes por si acaso sean necesarios. Una vez que todo está regado por el piso me doy cuenta del gran contenido que allí había.
Son de su predilección todo tipo de cosméticos con brochas y aplicadores que pronto pasan por una saboreada. Las fotos y tarjetas de presentación vuelan por el aire, los esferos cumplen su propósito con graciosos trazos sobre los papeles que pudo encontrar entre recibos y recetas. Sus manos y su cara quedan con puntos y marcas de colores por la pequeña travesura.
Broches y cierres han dejado de ser obstáculo para descargar su contenido, todo bolsillo es revisado minuciosamente. En un dos por tres la cartera queda vacía y la hazaña se festeja con una gran sonrisa por parte de la autora.
Volver todo a su lugar es ahora mi trabajo y no soy capaz de lograrlo en el mismo tiempo que a la pequeña le tomó vaciarla, tampoco alcanzo a poner todo es su lugar, porque esto ocurre un minuto antes de salir. Y yo que voy con el tiempo justo.

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